lunes, 18 de marzo de 2013

La razón es mía


Hoy voy a escribir sobre un tema que me pone de mala uva: la imposición de mis ideas y la  intolerancia hacia las ideas de los demás.

El caso es que siempre he creído que cuando alguien cree tener razón está bien que intente hacer lo que cree, incluso admito que intente convencer a quien no esté de acuerdo con ello; pero de ahí a imponer sus ideas, creencias, razones en definitiva, hay un mundo.

Viene esto al caso de la situación que estamos viviendo en España en la actualidad (abril de  2013). Tenemos un partido (el PP) que gobierna con mayoría absoluta, que impone sus criterios a todos y en todo.

Me diréis que para eso lo votaron una mayoría de ciudadanos. Error, no fue una mayoría, lo que ocurre es que el perverso sistema electoral que tenemos hace que se premie a los partidos mayoritarios, favoreciéndolos en el cálculo de representantes que obtienen por cada circunscripción electoral.

Además, aún asumiendo que fuese verdad lo anterior (el que lo votaron la mayoría de los españoles), sigo creyendo que no se puede gobernar de esa forma, habría que hacer algún tipo de concesión a las minorías que no sustentan el gobierno. Pero aún hay más, en este caso en concreto el gobierno de España está haciendo todo lo contrario a lo que dijo para engañar a los electores y que le votaran. Si consideráramos las promesas electorales como un contrato vinculante, está claro que el PP ha incumplido su contrato, no ha hecho nada de lo que dijo que haría.

Otra explicación que he escuchado: es que España estaba muy mal y había que hacer lo que el PP está haciendo. Si esta fuera cierto, creo que lo que debería haber hecho el citado partido era decir la verdad de la situación en la que se encontró el país y, a renglón seguido, convocar o bien nuevas elecciones porque no iba a cumplir lo prometido o bien un referéndum para que el pueblo diera el visto bueno a esas medidas que nos han impuesto a todos. Pero no, Mariano tenía tantas ganas de llegar al poder que, ni se le pasaron por la cabeza esas opciones (referéndum o elecciones), ni desde luego se le pasa ahora por la cabeza dimitir.

Me voy del tema, otra imposición es la que Europa, bueno llamemos a las cosas por su nombre, Alemania, nos obliga a hacer. No hay negociación, nos impone su criterio con el falso argumento de que se negocia, dejémonos de tontadas, en Europa no se negocia, Alemania impone su criterio y los demás con tal de seguir, dicen que si a todo.

Las religiones son otro ejemplo de cómo intentan imponer su credo a los demás. Y a las bravas, ya sea violentamente, ya sea intentando coaccionarte socialmente (a través de familiares, amigos, vecinos, etc.) “indicándote” lo que está bien considerado y lo que no.

Creo firmemente que las razones que cada uno tenga (religiosas, sociales, morales, familiares, etc) no obligan a nadie a imponérselas a los demás, y creo en el diálogo como única respuesta a los intereses contrapuestos.

Cuando no se llega a ningún acuerdo, más vale hacer una mala componenda para todas las partes antes que la imposición del criterio de una de ellas, porque si sucede esto último, cuando cambien las tornas del ciclo (político, religioso, etc) el que estaba abajo impondrá su criterio al que estaba arriba (como lleva sucediendo en España desde ….), y así no se evoluciona, ni se llega a ninguna parte.

Hasta otra.