miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cultura del pelotazo

Vivimos en la cultura del pelotazo. Me explico. Creo que desde que empezó a inflarse la burbuja inmobiliaria, allá por los años 90, se ha instaurado en España una cultura en la que prima el pelotazo. O sea, hacer poco (a ser posible nada), y llevarme el dinero calentito (y a ser posible, mucho). Esta cultura ha llevado a que nuestra juventud no intente superarse, y quieran ganar mucho haciendo poco, y que sea prontito, vamos la ley del mínimo esfuerzo conjugada con la de la máxima ganancia. Ejemplos tenemos muchos, pero uno de los más recientes es el programita de Telecinco “Las joyas de la corona”, donde se premia a gente que no ha hecho nada en su vida, por hacer un poco de esfuerzo ahora. Consecuencia de esta situación es el estado de opinión entre los jóvenes (y no tan jóvenes) de que no hay que estudiar y labrarse un porvenir si no que basta con ir a un programa de televisión y hacer el ganso para ganar dinero.
Otra consecuencia de lo que yo llamo cultura del pelotazo, es la falta de profesionalidad. Ese estado mental en el que te da lo mismo hacer las cosas bien o mal, tienes que estar en el trabajo un tiempo y procuras pasarlo lo más rápido posible y sin complicaciones. Ya no hay interés en hacer las cosas bien sólo por hacerlo bien, por tu propia dignidad. El mecánico que te arregla con desgana el vehículo, el sanitario que te atiende porque no tiene más remedio, el repartidor que va a llevarte un paquete cuando le da la gana, etc. son algunos ejemplos de lo que digo. Y a todos se nos olvida que en algún momento nosotros también somos receptores de servicios y que nos gusta que nos traten bien.
Por todo ello, yo propugno que en nuestro trabajo nos apliquemos el aserto de “trata a los demás como te gustaría que te trataran”. Y con respecto a nuestra juventud, deberíamos de empezar a valorar mucho más el esfuerzo de los que estudian, y empezar a denostar a los inútiles que no estudian porque no quieren y encima creen que se merecen el oro y el moro.
Con todo esto sé que parezco un viejo retrógrado, pero bueno no me importa, es una opinión como otra cualquiera y el que no esté de acuerdo que lo diga, que para eso estamos en una democracia (o eso creemos, ya que como decía José Saramago “el poder real es el económico, por lo que no tiene sentido hablar de democracia”). 
Hasta otra.

martes, 14 de septiembre de 2010

Aparcamientos para minusválidos

El otro día tuve que ir a un centro comercial con un minusválido en su coche, y al querer aparcar en la zona reservada a los mismos no pude hacerlo, ya que estaba llena.
Como resulta que hay muchas personas con movilidad reducida que usan el vehículo para tener algo más de autonomía, no me cabree y busqué otro aparcamiento. Una vez aparcado el coche pasé por delante de los aparcamientos reservados y, ¡oh, sorpresa!, solo había 3 coches con la tarjeta de minusválido de las 10 plazas reservadas.
Evidentemente me cogí un rebote de campeonato. ¿Es que esta panda de impresentables que hay en el mundo se cree que esos aparcamientos están ahí por gusto?.
Señores a ver si nos enteramos de una puñetera vez, los minusválidos con movilidad reducida, como dice la frase, no se pueden mover igual que los demás, por ese tienen ese reconocimiento del organismo encargado de facilitarlo. Y los aparcamientos son mas ámplios para que puedan salir sin dificultad y suelen estar en sitios donde tengan que moverse poco para acceder al lugar al que quieren ir. El hecho de que veamos a personas con tarjeta de movilidad reducida y nos parezcan normales, sólo nos indica que su minusvalía no se ve, no que no exista. Bastante tienen con lo que tienen para que encima los jodamos quitándoles unos aparcamientos que les facilitan algo la vida.
Lo único que me queda por decir es que ojalá todos los que aparcan en estos sitios reservados quitándoles la plaza a los minusválidos, se vean temporalmente en una situación en la que puedan comprender a las personas con movilidad reducida, porque como dice el refrán “nadie escarmienta en  cabeza ajena”.
Hasta otra.