jueves, 9 de mayo de 2013

Yo también soy leyenda

 
 Recientemente he visto la película “Soy leyenda” y he comprobado que difiere del libro. Pero no voy a hablar aquí de las diferencias existentes entre una obra literaria y su adaptación cinematográfica, sino de otra cosa.
 
El caso es que, cuando vi la película, me acordé del libro y del planteamiento que hace el mismo. Para los que no lo hayan leído, la novela trata del último hombre vivo en la tierra, donde los humanos han desaparecido de la tierra, siendo sustituidos por una especie de vampiros superdesarrollados. 
 
Dejando aparte las notas fantasiosas y discordantes del tema del libro, lo que yo entiendo que es el argumento central de la novela es que el humano protagonista (que termina siendo eliminado por los vampiros) se convierte en una leyenda para los vampiros, ya que para ellos es el último espécimen humano vivo que existe y que además los está cazando.

La novela está contada desde el punto de vista del humano, y el título hace referencia a que él se convierte en una leyenda para los vampiros. 

Viene esto al caso de que me dio por pensar que todos nosotros, en nuestra vida diaria, hacemos cosas pensando (generalmente) en nosotros o nuestros intereses, sin darnos cuenta de la cantidad de interrelaciones que surgen al cabo del día.

Si existiera la posibilidad ver como nuestras acciones y/u omisiones a lo largo de nuestra vida han afectado a los demás nos quedaríamos tan sorprendidos como el personaje que interpreta James Stewart en el clásico de Frank Capra “Que bello es vivir” al ver cómo afecta su no existencia en la vida de sus conocidos y familiares.

Puede que hagamos las cosas que hacemos forzados por las circunstancias, pero, seguro que, el resto de personas tienen una visión nuestra distinta de la que tenemos de nosotros mismos. Al igual que ocurre con nuestra visión de los demás.

Quién sabe, a lo mejor hasta hay alguien a quien le parecemos más interesantes, guapos, listos, estúpidos o incluso imbéciles de lo que nosotros mismos creemos que somos.

Así que en esta época de crisis, de malos rollos, de cabreo generalizado con todo el mundo (gobierno, oposición, monarquía, Europa, Merkel, la Iglesia, los cuñados, etc.), seamos positivos y pensemos que ahí fuera hay alguien que cree que somos geniales.

Hasta otra.